¿Es impensable llevar a un bebé a un restaurante lujoso en el que claramente no hay juegos infantiles o individuales de papel y Crayolas? A veces como familia queremos tener otro tipo de experiencias y no perder nuestros espacios para la comida gourmet sin dejar por fuera al bebé.
Producto: En una carta no muy variada, con platos muy llamativos pero de alto precio, pensamos compartir nuestra comida con el bebé. Pedimos de entrada un sancocho de gallina y vaya sorpresa!!! mientras nosotros apenas lo probamos el bebé lo devoró!!! le encantó y dejó totalmente fuera de concurso mis sólidas caseras que le hago con tanto amor. Simplemente exquisito.
Presentación: Ni hablar de la presentación de los platos y del mismo restaurante. Simplemente excelente.
Atención: Es muy buena en general pero presumo que al no tener la visita de muchos bebés su rigidez frente al bebé no les permitió responder en gran medida a los coquitos y sonrisas que les hacía. Sobre el tiempo de entrega del pedido fue un poco más largo de lo esperado pero valió la pena la espera por la comida.
Precio: Es bastante elevado aunque se compensa con la calidad de la comida.
Ambiente: El lugar parece un oasis gastronómico minimalista, rodeado de espejos y botellas de vino… los ingredientes para el desastre.